DIEZ MINUTOS EN SILENCIO   

                             
             

 

                             cristianos siglo veintiuno
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Diez minutos en silencio

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Jeremías 7, 4-11

 

No os hagáis ilusiones

con razones falsas, repitiendo:

 «¡Templo de Yahvé, Templo de Yahvé, Templo de Yahvé es éste!»

 Porque si mejoráis realmente vuestra conducta y obras, si realmente hacéis justicia mutua  y no oprimís al emigrante, al huérfano y a la viuda, y no derramáis sangre inocente en este lugar, ni andáis en pos de otros dioses para vuestro mal,

 entonces yo me quedaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres desde siempre hasta siempre. 

Pero resulta que vosotros confiáis en palabras engañosas que de nada sirven,  para robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal y seguir a otros dioses que no conocíais.

Luego venís y os paráis ante mí en este templo donde se invoca mi Nombre y  decís:

«¡Estamos salvados!», 

¿Una cueva de bandidos se os antoja que lleva mi Nombre?

¡Para mí está claro!

-oráculo de Yahvé-

 

 

El poder máximo del hombre. El más temible:

es el poder de engañarse a sí mismo.

Podríamos intentar jugar hasta con Dios.

Podríamos mentir a todos.

Podríamos crearnos un doble para pasearlo en sociedad.

Pero, antes o después, nos enfrentamos ante la verdad.

Desde nuestra verdad chirría la mentira del culto a Dios.