DIEZ MINUTOS EN SILENCIO   

                             
             

 

                             cristianos siglo veintiuno
ÍndicePágina Principal

 

 

Diez minutos en silencio

43

Salmo 131

  

El señor David ha sido tratado muy bien por israelitas, judíos, cristianos y musulmanes. Políticamente, un triunfador. Pero pocos políticos le han sacado tanto jugo a Dios. Además de ser muy piadoso, fue un sinvergüenza; además de ser muy valiente fue un cobarde; además de inventar Jerusalén como ciudad de Dios, antes llamada Jebús, ciudad pagana de los cananeos. Para esta operación fichó, con contrato indefinido como sacerdotes del nuevo templo, a los sacerdotes de los cananeos.

 

Utilizó el Arca (especie de fetiche divino, como la piedra negra de la Meca o el santo grial medieval), utilizó a Dios, gitaneó, mató, mintió, para afianzar su poder personal, manipulando a las masas con el asunto de la fe.

 

Es decir: un ejemplo vivo para la posteridad. ¡Cuánto le debe la cristiandad a David!  Quizá fue un hombre de fe sincera. Sus imitadores, vaya vd. a saber.

 

Dijo David:

 

“No entraré bajo el techo de mi casa,

no subiré al lecho de mi descanso,

hasta que no encuentre un lugar para el Señor,

una morada para el Fuerte de Jacob”

 

¡Dale con hacerle una casa a Dios!

Llevamos miles de años haciendo catedrales al Altísimo.

¡Y venga templos, y venga santuarios, y venga palacios

para los siervos del Señor!

¡Y venga custodias de oro, y venga tronos para la Madre del Señor!

 

Dice el Dios Yahvé y el Dios de Jesús:

 

“En el pobre, en el humilde, está mi morada”

 

¡Pero es tan bonito y emocionante el Vaticano!

 

¡Que no, señor, que no te ruego ni por los nuevos David

¡ni por los sacerdotes sumos, ni medianos, ni ínfimos! ¡Que no!