JESÚS DE NAZARET    

                             


                              

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Las parábolas (11)

 

 

Así es Dios

 

 

Lucas 15, 3-10

 

3 Entonces les propuso Jesús esta parábola:

 

4 - Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la descarriada hasta que la encuentra? 5 Y cuando la encuentra, se la carga a hombros, muy contento; 6 al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Dadme la enhorabuena! He encontrado la oveja que se me había perdido".

7 Os digo que lo mismo dará más alegría en el cielo un pecador que se enmienda, que noventa y nueve justos que no sienten necesidad de enmendarse.

 

8 Y si una mujer tiene diez monedas de plata y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9 Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles: "¡Dadme la enhorabuena! He encontrado la moneda que se me había perdido".

10 Os digo que la misma alegría sienten los ángeles de Dios por un solo pecador que se enmienda.

 

Las dos parábolas, la oveja y la moneda perdidas y encontradas, acaban de igual manera: con una perífrasis, un rodeo, para expresar el sentimiento de Dios sin nombrar directamente a Dios. La piedad y literatura judía hacía lo posible para no describir directamente a Dios, por respeto. Con frecuencia  el “reino de Dios” es una forma de decir: Dios. La alegría de los ángeles o del cielo, es la alegría de Dios.

 

v. 7 “Os digo que lo mismo dará más alegría en el cielo”

Es decir: le dará más alegría a Dios.

 

v.10 “Os digo  que la misma alegría sienten los ángeles de Dios”.

Ángeles del cielo: por respeto a la persona de Dios, pero la alegría es de Dios.

 

Es  norma muy conocida y aplicada en toda la escritura y religiosidad judía.

 

¿Cómo es Dios? Esa sí que es una pregunta. Libros, infinitos, profundos, ilegibles para la masa de mortales. Toda una especialidad concreta de la ciencia teológica para analizar a Dios: la Teodicea o la Metafísica creyente. Infinidad de libros devotos. Multitud de predicadores, teólogos o simples fieles. Todos creemos saber y queremos explicar cómo es Dios.

 

Cierto que ninguno guarda la fotografía más exacta.

 

Menos mal que Jesús sí dijo algo. Lo suficiente para no perdernos. Sin Jesús, la humanidad nunca se hubiera atrevido a rezar el Padrenuestro. Hubiera seguida sumida en el miedo.

 

Dos ejemplos de pueblo. Dos obras literarias de andar por casa. Dos pinceladas que las entiende un campesino, una ama de casa. Y el final: “¡Así es Dios!”

 

No enredemos nada. Sólo algunos datos históricos de la escena. En el versículo 2, “tanto los fariseos como los letrados lo criticaban, diciendo: Este acoge a los descreídos y come con ellos”.

 

Siempre los exactos cumplidores (fariseos) y teólogos (letrados) criticando al pueblo pecador. No podemos obviarlo: los mayores enemigos de Jesús de Nazaret durante toda su vida, fueron los cumplidores, los “santos”, los perfectos. ¿Se darán cuenta, alguna vez, los santos de la lata que dan algunas veces?

 

La primera parábola trata de un propietario mediano. Entre los pastores del tiempo los rebaños oscilaban entre las veinte y doscientas cabezas. No era rico: no podía mantener a un mercenario.  En Juan 10, 11, dice Jesús que el buen pastor se entrega él mimo. El asalariado huye al ver el peligro.

 

La mujer de la segunda parábola era pobre. Tiene diez monedas de plata. Son monedas que llevaban, rodeando su cabeza, como adorno. Seguramente la dote. Enciende una lámpara. La casa solo tiene la luz que entra por la puerta, porque no hay ventanas.  El suelo es de rocas. Es difícil encontrarla. Parece que Jesús describe su casa de Nazaret.

 

Así se alegra Dios cuando ve que un hombre llega a ser humano. Como aquella mujer que encuentra su moneda, como el ganadero encuentra la oveja que había perdido en el camino. Así es Dios.

 

“Y si llega a encontrarla, os aseguro que ésta le da más alegría que las noventa y nueve que no se han extraviado. Así tampoco quiere vuestro Padre del cielo que se pierda uno de esos pequeños” (Mt. 18,13-14)

 

Así es Dios. Como esa mujer de diez monedas, como ese pastor de cien ovejas.

 

Lo dice el  evangelio.

 

 

 Luís Alemán