JESÚS DE NAZARET    

                             


                              

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Las parábolas (12)

 

 

el encargo

 

 

Lucas 19, 12-27

12 Dijo así:

- Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguir el título de rey y volver después. 13 Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, encargándoles:

- Negociad mientras vuelvo.

14 Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron detrás de él una delegación que dijese: "No queremos a éste por rey".

15 Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que habían ganado. 16 El primero se presentó y dijo:

- Señor, tu onza ha producido diez.

17 Él le contestó:

- Muy bien, empleado diligente; por haber sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades.

18 El segundo llegó y dijo:

- Tu onza, Señor, ha producido cinco.

19 A éste le dijo también:

- Pues tú toma el mando de cinco ciudades.

20 El otro llegó y dijo:

- Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en un pañuelo; 21 te tenía miedo porque eres hombre exigente, que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado.

22 Él le contestó:

- Por tu boca te condeno, empleado perverso. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? 23 Entonces, ¿por qué razón no has puesto mi dinero en el banco? Así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.

24 Dijo entonces a los presentes:

- Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez.

25 Le replicaron:

- ¡Señor, si tiene ya diez onzas!

26 -Os digo que a todo el que produce se le dará, y al que no produce se le quitará hasta lo que había recibido. 27 Y a esos enemigos míos que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia.

 

 

Mateo 25:14-30

14 Es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: 15 a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, según sus capacidades; luego se marchó.

16 El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco; 17 el que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos; 18 en cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

19 Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a saldar cuentas con ellos. 20 Se acercó al que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:

- Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.

21 Su señor le respondió:

- ¡Muy bien, empleado diligente y fiel! Has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de mucho; pasa a la fiesta de tu señor.

22 Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo:

- Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos.

23 Su señor le respondió:

- ¡Muy bien, empleado diligente y fiel! Has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de mucho; pasa a la fiesta de tu señor.

24 Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo:

- Señor, supe que eres hombre duro, que siegas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido; 25 me asusté y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.

26 El señor le replicó:

- ¡Empleado malvado y holgazán! ¿Sabías que siego donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido? 27 Pues entonces debías haber puesto mi dinero en el banco, para que al volver yo pudiera recobrar lo mío con los intereses. 28 Quitadle el talento de plata y dádselo al que tiene diez; 29 porque al que produce se le dará hasta que le sobre, mientras al que no produce se le quitará hasta lo que había recibido. 30 Y a ese empleado inútil, echadlo fuera, a las tinieblas: allí será el llanto y el rechinar de dientes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El contenido teológico parece claro para las dos narraciones: Mientras estoy ausente, terminad la obra. Cuando vuelva veremos el resultado. En mi ausencia haceros cargo vosotros.

 

Es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes.  Mateo

 

Un hombre noble se marchó a un país lejano: Negociad mientras vuelvo. Lucas.

 

En cambio, el ropaje literario de Mateo es diferente al de Lucas. Una misma parábola, cuyo origen como las demás, está en Jesús, nos puede despistar mucho si no estudiamos, al menos muy por encima, cómo ha llegado hasta nosotros.

 

Es un buen ejemplo de cómo cada evangelista recoge recuerdos de fuentes y tradiciones diferentes. Cada tradición adorna los recuerdos de Jesús, con libertad, hasta el punto de parecer parábolas diferentes.

 

Mateo habla de tres siervos a los que entrega cinco talentos (cincuenta mil denarios), dos talentos (veinte mil denarios) un talento (diez mil denarios) Un denario podría ser equivalente al salario de un día.

 

Lucas habla, en primera instancia de diez siervos, pero al echar cuentas sólo salen tres. Además les confía una cantidad notablemente más pequeña: cien denarios.

 

Los analistas suelen aplicar un principio lógico, sacado de la experiencia. Cuando hay dos narraciones de un hecho, al pasar de boca en boca, y con el tiempo, se suelen añadir adornos y exagerar números y cantidades. En este caso Mateo será más fiel al número de siervos, y Lucas conservará mejor el dato económico.

 

Pero Lucas parece que mezcla en su narración lo que se podría llamar una parábola dentro de otra. “Parábola del pretendiente al trono”. Para Lucas el que se ausenta del territorio es un noble que pretende que le nombren rey. Es la historia de Arquéalo que marchó a Roma para conseguir la jefatura de Judea. En Roma se encontró con cincuenta judíos que intentaban impedir su nombramiento. Pero Arquéalo lo consiguió y a su vuelta se vengó de todos los conspiradores. Este hecho histórico quedó en la memoria colectiva del pueblo. Puede que Jesús mismo utilizara este hecho en otra ocasión.

 

Lucas no ha hecho más que complicar una parábola simple de Jesús, la de los talentos, al mezclar dos recuerdos o, quizá dos parábolas.

 

El hombre de negocios (Mateo), el noble que fue en busca de un reino (Lucas), es Jesús. Y tarda en volver. Y la comunidad primitiva sufre la impaciencia. Cuando Jesús se fue dijo que volvería. Pero no viene. Nos ha dejado en la estacada. Hacemos el ridículo. Somos motivo de chufla. Sufrimos la angustia de la duda. ¿No habrá sido todo esto de Jesús, la visión de un fanático visionario? Esta fue la gran tentación de la primitiva comunidad cristiana, y sigue siendo nuestro gran miedo.

 

La Biblia acaba con una oración llena de fe y angustia: ¡Ven Señor Jesús!

 

Todavía el mundo está sin terminar. A la Creación le queda tiempo de maduración. Estamos todos a medio hacer. Lo humano no ha florecido. La humanidad está sin conseguir. Existen hombres, mujeres, niños. Pero faltan hermanos. La misión encomendada a los que hemos creído en Él, y esperamos su vuelta, es liberar a las mujeres de todos los burkas, a los hombres de todos los miedos y cadenas, y conseguir que los niños lleguen a ser hombres y hermanos. Terminar la creación. Los ciegos siguen sin ver; los mudos sin hablar; los paralíticos no pueden andar; a los pobres no les llega nada…

 

Se nos ha encargado crear y terminar lo humano.

 

¿Cuándo, los creyentes en Jesús, caeremos en la cuenta de la misión encomendada? No son  iglesias. Es el hombre. No es el Templo, es la humanidad.

 

Si sigues con miedo al infierno, entierra el talento para asegurar tu vida eterna.

 

 

Luís Alemán