JESÚS DE NAZARET    

                             


                              

                             cristianos siglo veintiunoÍndice
Página Principal

 

 

 

Las parábolas (5)

 

La oveja perdida

 

 

Joaquín Jeremías:

 

“Algunas parábolas, que originariamente fueron dichas a otros oyentes, a fariseos, a escribas, a la multitud, la iglesia primitiva las refiere a los discípulos de Jesús”

 

Aquí tenemos un caso muy claro. Lucas conserva, según los técnicos en la materia, el auditorio a quien habló Jesús. Mateo aplica la parábola de Jesús para enseñar comportamientos a la primitiva comunidad.

 

Lucas 15, 3-7

 

Cuenta Lucas que:

 

1 Todos los recaudadores y descreídos se le iban acercando para escucharlo; 2 por eso tanto los fariseos como los letrados lo criticaban diciendo: “Éste acoge a los descreídos y come con ellos”.

 

3 Entonces les propuso Jesús esta parábola:

 

4 - Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la descarriada hasta que la encuentra? 5 Y cuando la encuentra, se la carga a hombros, muy contento; 6 al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: “¡Dadme la enhorabuena! He encontrado la oveja que se me había perdido”.  7 Os digo que lo mismo dará más alegría en el cielo un pecador que se enmienda, que noventa y nueve justos que no sienten necesidad de enmendarse.

 

Según Lucas la parábola va dirigida a los “buenos”, a los “teólogos” (fariseos y letrados). Se escandalizan de que Jesús se junte con los descreídos y los impuros.

 

Los recaudadores eran judíos cuyo trabajo era recaudar los impuestos para  Roma. Ese dinero no era el corriente del templo. Era dinero pagano, y por tanto impuro. Por ejemplo, los animales para el sacrificio del templo había que pagarlo con dinero “santo”. Es decir con moneda judía. De ahí, las mesas de los cambistas. Tocar dinero pagano obligaba a purificarse las manos. No era dinero de Dios.

 

Los recaudadores, es decir los inspectores de hacienda, no eran pecadores por ser inspectores, sino por tocar dinero sucio. Zaqueo era un recaudador. El recaudador, siempre mal visto, podía ser creyente, aunque tenía que estar purificándose continuamente.

 

Además de los recaudadores, estaban los descreídos. Tanto antes como ahora son y eran muchos. La falta de fe suele ser un fruto que producen los templos, los santones -fariseos- y las religiones.

 

Con estos se sentaba y comía Jesús. No cabe duda que era imprudente y no ejemplarizante. Parece como si a Jesús le gustara toda su vida la discordia y dar la nota.

 

Lógicamente, los fariseos y teólogos critican a Jesús. Jesús no da clase de teología, ni de prudencia pastoral, o análisis eclesiológico, Jesús cuenta una parábola.

 

Se la carga a los hombros.

Dadme la enhorabuena.

He encontrado la oveja que se me había perdido.

 

Se alegra de perdonar. De recoger al perdido. En el cielo hay mucha alegría cuando un hombre encuentra la buena nueva: ser humano. Llega a la plenitud. ¡Que por lo visto no es cosa fácil! La misión que Jesús cree tener es que todos los hombres lleguen a la plenitud humana: sin que nadie se pierda.

 

Los fariseos y letrados van por otro camino. No entendieron nunca a Jesús.

 

 

Mt 18, 12-14.

 

12 A ver, ¿qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas y que una se le extravía; ¿no deja las noventa y nueve en el monte para ir en busca de la extraviada? 13 Y si llega a encontrarla, os aseguro que ésta le da más alegría que las noventa y nueve que no se han extraviado. 14 Así tampoco quiere vuestro Padre del cielo que se pierda uno de esos pequeños.

 

Hemos dicho, en Parábolas 1, que Mateo organiza su evangelio a base de cinco grandes discursos. Uno de ellos lo dedica, sobre todo, a formar a la comunidad cristiana. Sus destinatarios no son los fariseos o letrados judíos sino los responsables de los fieles que siguen a Jesús.

 

Entre los primeros fieles hay quienes son más débiles, incluso apostatan y se van. Se cansan o tienen miedo: tampoco quiere vuestro Padre del cielo que se pierda uno de esos pequeños (14).

 

Son “pequeños”. Todos somos pequeños. Todos nos cansamos. Todos apostatamos alguna vez. Pero el Padre del cielo no quiere que se pierda ninguno. Hemos de llegar al final. Necesitamos que alguna vez, alguien nos “cargue a hombros”. La plenitud del hombre es difícil. Pero somos la obra del Padre. Ese es el papel del responsable de una comunidad cristiana.

 

Nota técnica

 

Según los entendidos el decorado de Lucas es el histórico. Lo cual no quiere decir que el evangelio de Mateo no sea evangelio.

 

 

Luís Alemán

 

Subir