Las parábolas (8)
ParábolaS de la tardanza
1ª Parte
Los evangelios confirman las pocas referencias que
se hacen del judío Jesús. Tanto los romanos como
Flavio Josefo, el historiador judío, aluden a Jesús
como devoto, extraño, iluso, o incluso
revolucionario.
Para Jesús había llegado la hora. Él es la última
oportunidad.
Jesús está convencido de que los hombres corren
despistados. Es imprescindible reorientarse. Cambiar
de dirección. Utiliza la palabra “convertíos”.
Quizá la mejor traducción del convertirse sea la de
Lucas 15, 17. “Recapacitando se dijo: Cuántos
jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras
yo aquí me muero de hambre”.
Es la hora última para cambiar, última hora para
encontrar el camino. El tiempo se acaba.
Tres parábolas de la inminencia o de la tardanza.
1) Parábola del ladrón nocturno.
Mt 24, 42-51
42 Por tanto, manteneos despiertos, pues no sabéis qué día va
a llegar vuestro Señor.
43
Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora
de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en
vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa.
44
Pues estad también vosotros preparados, que cuando
menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.
45 ¿Dónde está ese siervo fiel y sensato, encargado por el
señor de dar a su servidumbre la comida a sus horas?
46 Dichoso el tal siervo si el señor, al llegar, lo encuentra
cumpliendo con su obligación.
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Os aseguro que le confiará la administración de
todos sus bienes.
48 Pero si el canalla del siervo, pensando que su señor
tardará,
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empieza a maltratar a sus compañeros y a comer y
beber con los borrachos,
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el día que menos se lo espera y a la hora que no ha
previsto, llegará el señor
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y cortará con él, asignándole la suerte de los
hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de
dientes.
2) Parábola de las diez vírgenes.
Mt 25, 1-13
1 Entonces se parecerá el reino de Dios a diez muchachas que
cogieron sus candiles y salieron a recibir al novio.
2 Cinco eran necias y cinco sensatas.
3 Las necias, al coger los candiles, se dejaron el aceite;
4 las sensatas, en cambio, llevaron alcuzas de aceite además
de los candiles.
5
Como el novio tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron.
6 A medianoche se oyó gritar:
-
¡Que llega el novio, salid a recibirlo!
7 Se despertaron todas y se pusieron a despabilar los
candiles.8
Las necias dijeron a las sensatas:
-
Dadnos de vuestro aceite, que los candiles se nos
apagan.
9
Pero las sensatas contestaron:
-
Por si acaso no hay bastante para todas, mejor es
que vayáis a la tienda a comprarlo.
10 Mientras iban a comprarlo llegó el novio: las que estaban
preparadas entraron con él al banquete de bodas, y
se cerró la puerta.
11 Cuando por fin llegaron las otras muchachas, se pusieron a
llamar:
-
Señor, señor, ábrenos.
12
Pero él respondió:
-
Os aseguro que no sé quiénes sois.
13
Por tanto, manteneos despiertos, que no sabéis el
día ni la hora.
3) Parábola del portero y los sirvientes.
Mc 13, 33-37
33 ¡Andaos con cuidado, ahuyentad el sueño, que no sabéis
cuándo va a ser el momento!
34 Es como un hombre que se marchó de su país: dejó su casa,
dio a los siervos su autoridad -a cada uno su tarea-
y en especial al portero le mandó mantenerse
despierto.
35
Por tanto, manteneos despiertos, que no sabéis cuándo va a
llegar el señor de la casa -si al oscurecer o a
media noche o al canto del gallo o de mañana-,
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no sea que, al llegar de improviso, os encuentre
dormidos.
37 Y lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: manteneos
despiertos.
Lc 12, 35-38
35 Tened el delantal puesto y encendidos los candiles;
36 pareceos a los que aguardan a que su señor vuelva de la
boda, para, cuando llegue, abrirle en cuanto llame.
37
¡Dichosos esos siervos si el señor al llegar los
encuentra despiertos! Os aseguro que él se pondrá el
delantal, los hará recostarse y les irá sirviendo
uno a uno.
38 Si llega entrada la noche o incluso de madrugada y los
encuentra así, ¡dichosos ellos!
Estas parábolas abordan el mismo tema, y añaden cada
una sus matices. Para entenderlas hay que responder,
previamente, a unas mismas preguntas.
Al comprobar que no llegaba el final del mundo,
algunos evangelistas las aplican a la vida, ya
normalizada, de la comunidad. Otros mantienen la
inminencia del fin.
¿Qué pensaba Jesús sobre la inminencia del final del
mundo?
No hay por qué creer que Jesús tuviera ninguna idea
exacta de lo que iba a ocurrir. Ni sobre esto, ni
sobre casi nada. Jesús veía los acontecimientos.
Intuía que él no iba a terminar bien. Sabía que
tenía que enfrentarse al Templo, a los Jerarcas.
Incluso tuvo miedo de la tormenta que se le venía
encima y que él había provocado.
De lo que sí parece que estaba seguro es que él
cumpliría la voluntad del Padre, pasara lo que
pasase. Como así ocurrió. También parece que su
confianza en su Padre le llevó en algún momento a
pensar que su Padre le salvaría de la tormenta.
Tardó en comprender. Así demostró que era hombre y
de fe.
Quizá llegó a pensar que su aparición en medio de su
pueblo era el paso inmediato previo al inminente
final. Lo apocalíptico era la psicosis del tiempo.
También Jesús en eso inicialmente se equivocó. Pero
fue madurando, Jesús iba adelantando en saber y
madurez” Lc 2, 52.
Como en muchas otras cuestiones, crecía en la
comprensión de los planes del Padre: “En lo
referente al día aquel o la hora, nadie entiende, ni
siquiera los ángeles del cielo ni el Hijo,
únicamente el Padre” Mc 13, 32
Es muy bello comprobar el mar de confusiones en el
que se movió Jesús. Su fe en el Padre no era
consecuencia de conocimientos o documentación
especial. No contó con informes reservados.
El Hijo del Hombre, Jesús de Nazaret, era un hombre
enraizado en su tiempo y en su espacio. Llegó a ser
lo que es por fiarse de Dios y preferir a Dios por
encima de todo.
Luís
Alemán