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VATICANO FASHION WEEK

 

Con motivo del día del seminario los modistos españoles Victor y Luisillo organizaron un original desfile de moda en las estancias privadas del Vaticano. Con el título “Curas para el futuro”, los diseñadores presentaron a la curia vaticana un variado muestrario de ropas sacerdotales.

Lo primero que llamó la atención de los asistentes fue el carácter unisex de todas las propuestas. Preguntados sobre este particular, Victor y Luisillo afirmaron que en unas décadas habrá que vestir tanto a sacerdotes como a sacerdotisas.

Al ritmo de djembés y bucarabus la pasarela se llenó de colores y texturas africanas. Los diseñadores desechan los tonos grises de antaño que –según ellos- transmiten tristeza y segregación, decantándose por telas y dibujos del continente africano lugar donde se está gestando un nuevo rostro de Iglesia cercana al dolor de los más pobres y danzarina en sus celebraciones. Para resaltar estos aspectos, todas las camisas presentaban un corte asimétrico a la altura del corazón (órgano que crece desmesuradamente en los curas que hacen de la misericordia y la ternura el fundamento de sus vida), y los pantalones mostraban perneras anchas y tiro bajo para facilitar saltos y bailes. Para Victor y Luisillo no se debería ordenar a ningún sacerdote que no supiera bailar, ¿cómo celebrar al Dios de la Vida sin mover los pies?

La apuesta por los cortes asimétricos también se dejó ver en unas mangas desmesuradamente largas para permitir acogedores y cálidos abrazos, gesto que los sacerdotes y sacerdotisas deberían repetir constantemente a lo largo de su vida con todos aquellos y aquellas que la sociedad y las religiones excluyen. En un guiño a los años setenta se recuperan las hombreras que permiten al cura cargar sobre sus espaldas con el dolor del mundo.

Esta línea de ropas coloridas, cómodas y asimétricas ha sido bautizada con el sugerente nombre de “Colección GS” en alusión a la constitución Gaudium et spes del Concilio Vaticano II. Una moda que viste al cura con los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de todas las personas, especialmente de las marginadas y empobrecidas.

La sección de complementos fue muy celebrada por el Sumo Pontífice. Aficionado a los sombreros, el papa disfrutó con los gorros de bufón que lucían todos/as los/as modelos. Los curas, como los bufones –explicaron los diseñadores- deben denunciar con humor y contundencia que “los reyes –todos- caminan desnudos”. También fue muy valorada por el pontífice la variedad de gorros de cocinero/a especialmente diseñados para unas personas llamadas a ser expertas en banquetes y mesas compartidas. El papa agradeció con un españolísimo “olé” el simpático regalo de los modistos españoles consistente en un delantal de cocina con el escudo papal bordado a mano.

Más criticada fue la elección del calzado. Rompiendo nuevamente la tradición, en lugar de sandalias de pescadores y mocasines blancos, Victor y Luisillo proponían botas katiuskas para que los/as sacerdotes puedan andar cómodamente por el barro y las barriadas de nuestro mundo.

Terminado el desfile, los prelados disfrutaron de un animado cóctel en los jardines vaticanos.

Pepe Laguna

Eclesalia 

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