En
memoria de José María Mardones
Un filósofo de la
religión
El País, lunes 26 de junio
de 2006
Por Reyes Mate
En las
librerías Gandhi, de México o Argentina, uno de los
filósofos españoles más vendidos es José María Mardones que
acaba de fallecer en Madrid, fulminado por un ataque al
corazón, a la edad de 63 años. Formado en Alemania, profesor
de sociología en la universidad del País Vasco e
investigador del CSIC en el Instituto de Filosofía desde el
primer momento, ha sido un fecundo autor en el campo de la
filosofía y sociología de la religión.
Dialéctica y sociedad irracional. La Teoría Crítica de la
sociedad de M. Horkheimer,
una de sus primeras obras, fue
pionera en la recepción española de la Escuela de Frankfurt,
una línea de trabajo que daría un nuevo fruto, veinte años
después, en su
Habermas y Religión
(1998).
Ahora que el
pensamiento conservador ha descubierto al Habermas
que habla con Ratzinger, el libro de Mardones puede ayudar a
los habermasianos de última hora a comprender el rigor y la
exigencia del filósofo alemán en su tratamiento de la
religión.
La
formación sociológica le permitía seguir con autoridad los
avatares del fenómeno religioso. En
Capitalismo y religión,
estudiaba con mirada crítica las claves de la religión
política neoconservadora y en
Postmodernidad y cristianismo
se interrogaba sobre el lugar de la religión en un mundo
desestructurado.
Ha sido también coeditor de una serie de trabajos
sobre Ética ante las víctimas donde dirigía su atención a
los problemas de su tierra, el País Vasco.
Hoy que tanto interés despierta la vertiente social y
política de las religiones, bien se puede decir que José
María Mardones ha sido uno de los analistas españoles más
cualificados en el estudio de las dimensiones políticas del
fenómeno religioso contemporáneo.
Su fecunda obra ha sido su vida: clara y cercana. La
claridad de su escritura le garantizaba una notable
fidelidad de lectores y la claridad en la palabra le
convirtió en uno de los conferenciantes más solicitados,
tanto en España como en América Latina.
Y luego la cercanía como método. Le interesaban os
problemas en sus manifestaciones concretas, en lo que tenían
de vivo o muerto para los contemporáneos, aunque no hiciera
asco a los asuntos más teóricos, como en
La vida
del símbolo
o
Teoría
crítica y razón comunicativa.
Se ha ido sin avisar, con una agonía que duró
segundos. Siendo como era un trabajador infatigable, se le
extrañará en muchos foros esperando inútilmente que cumpla
los compromisos adquiridos. Y le vamos a echar de menos
quienes hemos compartido durante varios lustros la presencia
de un hombre amable, siempre presto a la escucha, dispuesto
a la concordia y capaz de contagiar su seriedad cristiana
por las últimas preguntas.