estar
A un acompañante de oración, hermano entre hermanos, le
preguntaron una vez en un retiro: Y ¿qué es orar?
El joven que hacía la pregunta era una de esas personas
generosas que quiere poner por obra todo lo que se dice.
El monitor lo miró, se fue al tablero y escribió: ORAR
ES ESTAR. Y no dijo nada.
Quedaron callados. Al cabo de un rato, el que estaba al
lado del anterior cruzó una mirada con él, cuchichearon
unas palabras y preguntó: ¿Sólo estar?
El acompañante calló un momento y preguntó a su vez:
¿Sabemos lo que es estar? ¿Sabemos estar?
Actualmente, en la Iglesia, insistimos en enseñar el
compromiso. Esta enseñanza tiene mucho de evangelio, por
el amor al prójimo, y mucho de contestación a esta
sociedad tan descomprometida. Pero encierra también el
riesgo de concesión al activismo frenético de hoy.
Todo el mundo está ocupadísimo, nadie tiene tiempo de
nada. Unos por dinero, otros por hacer cosas, otros por
compromiso. Y no sabemos estar, sólo estar, ni con los
amigos ni con Jesús.
Para orar necesitamos también hacer cosas. Tenemos que
leer, reflexionar, meditar, sacar conclusiones, hacer
propósitos… Necesitamos hacer algo y sacar algún
provecho, aunque sólo sea el gusto.
− Entonces ¿en la oración no hay que hacer nada?
− Se puede estar perfectamente sin hacer nada.
− Y ¿se puede estar sin sacar provecho?
− Se puede estar sin buscar provecho.
Orar es estar.
Orar es estar con un amigo muy querido.
Orar es amar.
Un hombre llega a casa de una pareja de antiguos amigos
y el marido pregunta:
− Hombre, ¿qué te trae por aquí? Tanto tiempo sin
vernos…
− De repente me he dicho: Voy a estar con ellos.
− ¿Sólo estar? Algún asunto traerás.
− No, sólo estar.
Vamos a la oración a pedir, a sacar fuerza, a ser
curados, a agradecer, a aprender evangelio, a pedir
perdón… Todo eso es oración. Pero es también oración, y
gran oración, estar, sólo estar.
− ¿Y qué hago durante la oración? Porque a un amigo lo
tengo delante.
− Y a Jesús ¿no?
Orar es estar con un amigo muy querido y pasarlo bien.
− Pero tendré que hacer algo.
− Lo que quieras.
− Y ¿las distracciones?
− Cuando te des cuenta, vuelves en ti y le dices a Dios:
“Ah, estábamos juntos. Me había ido. Aquí estoy.”
− Y ¿no puedo hacer nada?
La oración de estar no es hacer o no hacer. Cada cual
puede hacer lo que quiera. Se trata de que, haciendo o
no haciendo, pidiendo o dando gracias, lo más importante
es estar con El, más importante que lo que pienso,
medito o le digo.
Si le digo algo, bien, y si no, también.
Si me dice algo, bien, y si no, también.
Si saco provecho, bien, y si no, también.
Hemos estado juntos: lo he pasado bien.
Hemos estado juntos: lo he pasado mal.
¿Qué más da?
Bueno, da que es mejor pasarlo bien. Es importante gozar
mucho con Dios. Pero si un día o muchos lo paso mal,
¿qué más da? Hemos estado juntos, nos hemos querido, eso
vale por todo.
Lo principal es estar.
Estar gratis.
Estar juntos.
Estar para nada.
Estar por estar.
De ordinario, si Dios nos ha llevado muy lejos en su
oración, es mejor orar con algo, un texto, una plegaria,
una invocación. Pero desde los comienzos, desde los
primeros pasos, es bueno estar.
− Hola. ¿Qué hay, Jesús? Venía a estar.
− Y ¿qué querías?
− Nada, estar.
− ¿Te encuentras bien?
− Pasa.
− ¿Me siento?
− Sí.