ORAR CON
EL EVANGELIO
Hay
muchos libros para hacer oración, pero el mejor libro es
la Biblia y, dentro de ella, los Evangelios. Este es
nuestro libro predilecto.
Por
encima de todas las devociones, debemos ser devotos de
la Palabra de Dios (que ya sabemos que siempre es
también “palabra humana” y por ello requiere preparación
y conocimiento).
Sucede, con todo, que orar con los Evangelios exige
esfuerzo y cierta disciplina. Pero es fácil conseguirlo.
Aquí damos algunas sugerencias.
Orar con los personajes evangélicos de un pasaje.
Es
muy recomendable para asimilar los textos evangélicos,
especialmente los que presentan algún personaje además
de Jesús, que previamente se han estudiado, analizado o
comentado.
Vale
para la oración personal y comunitaria. Después de
ponerse en presencia de Dios y solicitar su ayuda para
orar bien, se centra uno sobre uno de los personajes del
texto. Se puede hacer de la siguiente manera:
·
Recrear imaginativamente la escena en cuestión: basta
que sea sencilla y me vea dentro de la escena
evangélica con Jesús.
·
Elegir uno de los personajes de la escena: un apóstol,
el paralítico, la mujer encorvada, la gente, los
fariseos, el endemoniado… Y meterse dentro del
personaje para vivir desde él la escena.
·
Dejar
que fluyan los acontecimientos viviéndolos desde el
personaje: lo que dice o me dice Jesús, el clima que
rodea la escena, lo que escucho, lo que siente mi
corazón…
·
Establecer un diálogo con Jesús: sentir cómo me
mira, lo que me dice, le digo,.. siempre escuchando
mucho y hablando amistosamente, amorosamente, con El.
·
Guardar momentos de silencio, de sólo agradecer y
estar con El.
·
Ya se
entiende que el mismo pasaje puede servir para varias
oraciones si voy usando los diversos personajes.
Contemplar a Jesús
Se
puede y se debe hacer oración con el personaje Jesús. Es
decir, meterse dentro de la escena evangélica para ver a
Jesús, desde cerca, fijarse, contemplarle, captar sus
sentimientos, lo que sentía y movía su corazón, su
pasión por el Reino de Dios, etc.
Se
procede de la misma manera que antes: se recrea la
escena y se sitúa uno al lado de Jesús para escucharle,
verle, espiar amistosamente sus gestos, su mirada, su
pasión, su dolor, su cariño…
Conviene en este caso, igual que en el anterior, dar
mucho juego al corazón y a la voluntad. Y quedarse ratos
en silencio: mirando, estando, gozando de que Jesús sea
así, nos diga que Dios es de esta manera, ame tanto al
ser humano, a mí, deseando parecerme a El, que El me
enseñe, me conduzca, me guíe. En definitiva, dejándome
amar por El.
Orar
con el Evangelio tiene muchas ventajas. Permite asimilar
los textos no sólo con la cabeza, sino con el corazón
para llevarlos a la vida.
Cada
uno debiera ir haciendo suyos textos que le digan mucho,
que resuenen dentro de sí y que resultan iluminadores y
llenos de luz para la propia vida.
Facilita el conocimiento cordial, amistoso, cercano, de
la figura de Jesús. Acercarse al Jesús del Evangelio,
con un poco de ayuda y comentarios, permite conocer la
figura humana de Jesús en sus diversos registros y en su
dimensión que apunta al Misterio. Nos permite tratar con
el lado humano del Dios vertido hacia nosotros
oración de Jesús al Padre
Yo te
bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes
y se
las has revelado a los pequeños,
pues
tal ha sido tu beneplácito.
Todo
me ha sido entregado por mi Padre.
Nadie
conoce quién es el Hijo sino el Padre
y
nadie conoce quién es el Padre, sino el Hijo
y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Dichosos los ojos de los que ven lo que vosotros estáis
viendo.
Lc. 10, 21-24