Jueves de la 11ª semana (Mt 6,7-15)

Cuando recéis, no uséis muchas palabras, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno. Si perdonáis a los demás, también vuestro Padre del cielo os perdonará.

Padre celeste, origen de todo lo que existe

No se trata de una oración de petición sino de una confesión de confianza en el Abba que pretende descubrir lo que Él es en sí mismo y lo que es para nosotros.

Esta oración nos invita a descubrir a Dios involucrado en todos los aspectos de la vida humana. Él es el origen de todo lo que existe y el ser humano debe tomar conciencia de esta realidad para vivir desde esa perspectiva.

Vivir de acuerdo con su voluntad es estar abierto a todo lo que existe descubriendo el sentido profundo de toda realidad. No debemos conformarnos con los aspectos superficiales de las cosas. Todo es trascendente en sí.

El pan que pedimos es el que me permite alimentar mi Vida espiritual. Ese pan, Dios me lo está dando siempre, pero debo aprender a digerirlo para que me alimente.

Es ridículo decirle a Dios que nos perdone como nosotros perdonamos. Más bien debemos descubrir su amor incondicional e imitar esa actitud para con los demás.

En latín se decía: y no nos induzcas al mal. Pero no nos hemos librado del malentendido. Pensar que Dios nos podía librar de la tentación, pero no lo hace, es una visión maniquea y raquítica de entender la divinidad.

 

Fray Marcos