PARA OLVIDAR PADRES Y MAESTROS
Vicente Martínez“Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo” (Mahatma Gandhi)
30 de diciembre. Fiesta de la Sagrada Familia
Lc 2, 41-52
¿Por qué me buscabais?
Una fiesta de la Familia -Sagrada o no-, lo más importante en los textos bíblicos es la obediencia a los padres. En el Antiguo Testamento: “El que honra a su padre expía sus pecados. El que respeta a su madre acumula tesoros” (Eclo 3, 2-4). Y el Nuevo: “Hijos, obedeced al padre en todo, como al Señor le agrada” (Col 3, 20). En uno otro caso, los autores manifiestan los prejuicios patriarcales y machistas de su tiempo.
En cambio, Jesús rompe con las normas vigentes en la antigüedad, y hace una declaración insólita de intenciones acerca del objetivo que dará a su vida: “No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre?”.
En el mundo pagano, tan firmemente asentado sobre bases tradicionales, también existen indicios de similar pensamiento. En la histórica novela Yo, Julia, premio Planeta de este año, Santiago Posteguillo pone en boca del emperador Cómodo -un tirano loco con albarda-, estas imperantes palabras: “Y nunca más, nunca, vuelvas a dudar de una orden mía: si te digo que me des el nombre de una lista me lo das, Quinto. Tú no piensas, ya pienso yo por los dos, por la urbe entera, pero por encima de todo -y aquí el emperador se acercó mucho a su jefe del pretorio y le habló al oído-, por tu propia seguridad personal, Quinto, no pienses demasiado. Es peligroso”.
Esta es la línea en la que se han movido siempre los grandes personajes de la Historia:
“Hasta que no tomen conciencia no se rebelarán, y sin rebelarse no podrán tomar conciencia” (George Orwel)
“La rebeldía es la virtud original del hombre” (Arthur Shopenhauer)
“Algún día el yunque, cansado de ser yunque, pasará a ser martillo” (Mijail Bakunin)
“Nuestra cabeza es redonda para permitir a los pensamientos cambiar de dirección” (Francis Picabia)
“Si te dan un papel pautado, escribe por detrás (Juan Ramón Jiménez)
Y Adolfo Bécquer lo cantó de este modo en su poema “La canción del pirata”:
“Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad”.
El Duero se libera de la fuente que es su madre, y corre luego libre por el valle. A la Sabina no le encadena el viento, y soporta con dignidad tanto los climas secos como las heladas invernales. El halcón vuela soberano por el cielo, caza sin que le obliguen normas. Y yo, verso de pata quebrada, autónomo y sin reglas, canto las mismas canciones que el pirata, en un bajel que sueña más allá de fronteras circunscritas.
Y en uno de los villancicos navideños se entonan estos versos:
“Pero mira como beben los peces en el río,
pero mira como beben por ver al Dios nacido".
Mahatma Gandhi dijo: “Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”.
Espero que a nadie tenga que repetir más aquello de Jesús en Lucas: ¿Por qué me buscabais?
DONDE HAY AMOR SOBRAN LAS NORMAS
La mística de arriba y la de abajo
lo ha mantenido siempre en su Programa.
San Agustín lo reafirmó en latín.
Nos lo legó Jesús con su Palabra:
“No fue hecho el hombre para el sábado”.
Y corrigiéndole la plana
a Jesús, Agustín, al mundo entero,
al sentido común, a la Palabra…,
a ultranza lo negó la Santa Iglesia
que desde entonces se quedó en Beata.
Comentaron el hecho los poetas,
lo cantaron los bardos en las plazas.
Así sonaban sus místicos versos:
“Donde hay fe hay amor,
donde hay amor hay paz,
donde hay paz está Dios
y donde Dios está no falta nada”.
Dios tiene tantos corazones
como criaturas hay en la existencia.
Eres billete necesario,
-Amor humano libre de cadenas-
para el Amor divino.
Hay que llevarte siempre en la cartera.
Cuando llegue el momento de embarcar
y partir ya para la orilla eterna,
no quiero quedarme encadenado
en tierra.
Vicente Martínez