Buscador Avanzado

Autor

Tema

Libro de la biblia

* Cita biblica

Idioma

Fecha de Creación (Inicio - Fin)

-

MISIONEROS

Rate this item
(2 votes)

Evangelizar a las naciones es la misión de los cristianos. Pero "evangelizar" significa "anunciar una Buena Noticia de parte de Dios". ¿A quiénes? A los pobres y a los oprimidos (Lc 4, 16-21). Y ¿en qué consiste esa buena noticia? En que ya terminan sus penas.

Evangelizar es anunciar esta noticia maravillosa a todos los postergados de la tierra. Si ayer no existía, hoy existe. Si ayer era ignorado, hoy le llamamos por su nombre. Quizás ayer fuera despreciado y marginado, hoy le recibimos en la casa y a la mesa de todos. Todos somos hoy una sola familia. Nuestros destinos están ligados para la vida y hasta la muerte.

Pero la misión no fue siempre así. En los siglos pasados, con las mejores intenciones del mundo y, a veces con derroches de generosidad y hasta de heroísmo, la misión apuntó más bien a la "conquista" de almas y a la expansión del cristianismo en el mundo.

Más de una vez se aprovechó del colonialismo o del imperialismo del mundo occidental cristiano para colarse en países no cristianos con el propósito de convertirlos a los valores que esas mismas potencias deshonraban a cuál más.

En varias culturas, la misión ha destruido demasiados símbolos sagrados para sustituirlos con crucifijos y estatuas de yeso. Ha bautizado con frecuencia a chinitos e indiecitos comprándolos con un puñado de arroz, con centavos o con cuentas de vidrio. No pocas veces ha engrosado sus filas prometiendo el cielo a quienes se acercaban a sus templos y el infierno a los demás.

Quizás hizo la vista gorda y se prestó al juego de grupos económicos depredadores de otros, a cambio de alguna ayuda financiera. Tal vez se hizo cómplice incluso de gobiernos autoritarios y corruptos con el solo objeto de obtener privilegios.

Por miedo a perder su supremacía puede ser que haya dejado de ubicarse del lado de los débiles y que haya pretendido una superioridad universal con derechos divinos sobre la conciencia de los humanos.

Es necesario confesar con toda humildad que cuando la misión adoptó comportamientos de ese tipo, fue todo lo contrario de lo que Jesús quiso que fuera.

Pero es preciso señalar que la misión no fue solo eso. En este magma de errores se encuentran perlas, en esa ganga, oro, en ese cieno, flores.

En toda sociedad y aun a nivel de un mismo individuo se encuentran constantemente entretejidos el buen grano y la cizaña, se codean el santo y el fanático, el experto en generosidad y el sediento de poder, el idealista y el oportunista, el héroe y el cobarde, el verdadero y el falso, el bueno y el malo..., el discípulo verdadero y el fariseo.

Algo puro al ciento por ciento no se encuentra en ninguna parte. El mal forma parte de la vida. La Iglesia misionera no es una excepción.

El peor mal, sin embargo, no es tal metida de pata, tal desliz, tal indignidad, sino la soberbia que tiende a negar los errores o a justificarlos. Es preciso ser claro. La misión sobre el terreno siempre se ha hecho con sudor, moscas, tanteos, miedos, altos y bajos, contradicciones, villanías, pero también con heroica generosidad.

La misión es exponerse. Es ir allí adonde nadie ha ido, para ser como una "nueva conciencia". En una cultura, Iglesia, religión, o en una comunidad encerrada en sí misma, es estar allí como apertura. En una sociedad dividida por prejuicios raciales, sociales, religiosos u otros, es estar allí como el "otro".

Dios es el Otro... Jesús, aunque "igual a nosotros en todo" (Heb 4,15; Fil 2,7), en muchos aspectos es "otro" en medio de nosotros. Es decir distinto. Su comportamiento y el nuestro no son iguales.

Nosotros tendemos a vivir replegados sobre nosotros mismos y apartados del resto de la humanidad, amputándonos de lo que somos en la realidad profunda de nuestro ser. Jesús, por lo contrario, es pura apertura a nuestro ser verdadero, al otro, al mundo entero y a Dios, y hace de conexión entre todo.

Nos hace descubrir dimensiones del ser humano que no sospechábamos. Nosotros no sabíamos cómo era un hombre plenamente humano, Jesús, por su manera de ser, de pensar y de vivir nos lo revela con gran simplicidad e inagotable profundidad.

Saca del montón o de la masa al individuo ciego, sordo, mudo, leproso, muerto socialmente o ahogado en el anonimato de la tribu, le pone un nombre, lo hace persona. A todas las personas que en esta forma nacen a sí mismas, Jesús las hermana en comunidades, conscientes de formar parte de una humanidad que está llamada, junto con el mismo cosmos, a trascenderse en lo divino.

En ese sentido, Jesús es "otro". En ese mismo sentido, el misionero es también "otro" dentro del grupo humano en el cual se mueve.

Resumiendo: El misionero es sembrador de una conciencia nueva en la que el ser humano es a la vez persona y comunidad. Allí donde el individuo se reduce a un simple objeto dentro de una estructura social, el misionero hace emerger la conciencia de la persona. Y allí donde el individuo es el centro de todo, el misionero abre la conciencia hacia todo lo que existe en el universo y más allá del cielo.

Persona y Comunidad son los cimientos del Reino que Jesús proclama y del que el misionero se hace el testigo. Son el germen, la semilla, la levadura, el grano de mostaza, la perla, la novedad, la Buena Nueva de la Nueva Creación.

 

Eloy Roy

Read 3776 times
Login to post comments