HOY EN DÍA, LA GENTE ESTÁ BUSCANDO ENCONTRARSE CON DIOS POR LIBRE
Jesús Bastante'La noche enamorada de San Juan de la Cruz', es la última novela de Pedro Miguel Lamet, sj., publicada, con éxito, en Mensajero. En ella, nos relata una frustrada historia de amor que tiene como involuntario protagonista al místico, y que se ha revelado muy oportuna en estos tiempos raros de coronavirus y confinamiento.
Lamet ha vivido el confinamiento “en comunidad, en una comunidad bastante longeva (media de 80 años), y hemos sobrevivido todos”. ¿Recuerdas una situación similar?, le preguntamos “Nada, ni siquiera la guerra, que es una cosa muy triste. Yo no viví la guerra, pero la situación es de ciencia ficción, es algo tan nuevo que lo ves en una peli y no te lo crees... Son unos ejercicios espirituales obligados”.
¿Eso lo habéis notado?
Aquí hay dos posibilidades. Una es alimentar la esperanza y otra es desesperarse, muy humanas las dos. La gente ha salido como de un internado, por eso hay tanto problema con la desconfinación.
San Juan de la Cruz podría decirnos muchas cosas sobre el confinamiento. ¿Podemos entroncar al protagonista de la novela con lo que nos ha pasado?
Claro que sí, y de forma muy directa. Es uno de los pocos personajes de la historia de la mística que coincide con la idea de la nada, el vacío, lo profundo. El gran descubrimiento de San Juan de la Cruz es que hay que pasar por un desasimiento, a través del vacío, para llegar al todo. Coincide con las búsquedas del zen o el yoga, que exigen olvidarse de todo. Mucha gente, estos días, ha buscado una luz interior, no pensar... pensamos demasiado, y esos pensamientos nos torturan. Y cuando estás encerrado en una habitación es peor. El místico, o bien se santifica, o bien se vuelve loco.
Juan de la Cruz tiene una faceta increíble, que a la vez es enormemente sensual, colorista, poeta, y eso parece una contradicción (ser tan asceta y el Cántico espiritual es un canto de amor, es el cantar de los cantares llevado a la lírica)
¿Qué nos cuentas en esta novela?
Yo ya trabajé en esta novela hace diez años (salió como El Místico). Juan de la Cruz sigue teniendo una vigencia tremenda, y era una oportunidad volverlo a sacar. La historia narra el hecho de un mercader y poeta en Segovia, que se enamora de Ana de Peñalosa, una mujer viuda que le rechaza porque ha sido seducida espiritualmente por San juan de la Cruz. El poeta va por toda España, buscando las razones de este frailecito. Es un camino iniciático por los lugares de la vida del santo.
Hay muchos místicos en esa época...
Santa Teresa aparece en la novela, y toda la España de los alumbrados... El mejor poema de San Juan de la Cruz, el Cántico Espiritual, no salió hasta diez años después de su muerte, porque la Inquisición no lo quería permitir, aunque se hicieron copias a mano y estaban en todos los conventos.
Una época muy complicada, por la reforma, en la que cualquier cosa podía resultar sospechosa...
En la época de la persecución de los luteranos, empiezan a venir a España, y Felipe II les ataca muy duramente. Hay reflejos en la novela de una mujer perseguida por la Inquisición... la historia del amor humano. Confronto el amor humano y el amor divino como parte de un mismo amor.
En España, y en la Iglesia católica, se ha tenido mucho miedo a la mística (…). Una de las cosas por la que Juan de la Cruz tiene una gran actualidad, es que hoy día la gente está dando un salto a la mística, 'en calderilla', con el mindfulness, el yoga... algunas relajaciones durante el día. La gente va buscando encontrarse con Dios por libre.
¿Eso es bueno o es malo, sobre todo recordando documentos como el último de la CEE, en el que arremete contra estas prácticas?
Ana María Schlutter, muchos religiosos son considerados maestros zen, muchos jesuitas, el mismo Masiá.... Todo lo que nos conduce al silencio es bueno. En un mundo como el nuestro, donde hay tanto ruido, hace falta estar en silencio un rato. Si Jesús dice que el Reino de los cielos está dentro de nosotros, si haces silencio en tu vida te estás encontrando con Dios, como sea. Y una persona que no ha conocido a Jesucristo... cualquier tipo de oración, o concentración, es buena y es un camino. Igual no llegas a la comunión perfecta, pero hay que caminar andando.
¿Este coronavirus ha servido para algo? Da la sensación de que tras el confinamiento todos salimos corriendo y nos hemos olvidado... ¿No íbamos a salir mejores?
Esto ha sido como unos ejercicios espirituales obligatorios, que se toman bien o mal. Y luego está el síndrome del internado. El niño que sale del internado tarifando, y buscando irse a la discoteca o de botellón. Y eso es lo que está pasando. Yo creo que algo nos queda: no digo que el miedo sea bueno, pero cierta mieditis nos resitúa en la vida. El coronavirus está ahí, y eso supone una relativización. Nos relativiza lo que teníamos, el tabú, lo más maravilloso era el placer, divertirnos, salir de casa... Llega un momento en que dices, cuidado, primero está la salud. Relativizas muchas cosas. Gente muy querida que ha muerto, médicos... esto de la vida, ¿qué es? Esa pregunta se la ha hecho la gente.
Una de las cosas que llaman la atención es que se desprecia a los monjes y monja de clausura, porque no aportan a la sociedad. Pero son baterías energéticas en medio del mundo irradiando silencio, paz y alegría. En conjunto, esos espacios de silencio en el mundo, son como grandes pilas, y al mismo tiempo armonía, porque el ser humano se realiza en la paz, no en el estrés.
¿Qué nos puede aportar el mensaje de san Juan de la Cruz para la sociedad postcoronavirus?
Un sentido profundo de la libertad. Juan de la Cruz lo pasa fatal con sus hermanos, es encarcelado en Toledo, tiene que escaparse por un ventanuco. Escribió el Cántico en un retrete. Hasta el final de su vida, incluso es aparcado pro Teresa, que lo deja un poco orillado. Él se queda totalmente despreciado por sus superiores cuando muere en Úbeda. Sin embargo nunca pierde la libertad interior. Hay una parcela dentro de nosotros que nadie nos puede arrebatar, es la libertad interior. Estemos en casa, fuera, leyendo, trabajando a distancia, si tienes libertad interior y puedes conectar con lo profundo de ti y sentirte bien, estás bien. Eso es comparable a lo de San Ignacio cuando en los ejercicios llega a la conclusión de que lo importante es que yo ame. Y esa es la razón de mi vida: si soy libre en ser amor me estoy realizando.
Una de las cosas que llaman la atención es que se desprecia a los monjes y monja de clausura, porque no aportan a la sociedad. Pero son baterías energéticas en medio del mundo irradiando silencio, paz y alegría. En conjunto, esos espacios de silencio en el mundo, son como grandes pilas, y al mismo tiempo armonía, porque el ser humano se realiza en la paz, no en el estrés.
¿Se le ha hecho justicia a San Juan de la Cruz en España?
Popularmente no, pero intelectualmente sí. Los poetas laicos, agnósticos incluso, dicen que es el mejor poeta en lengua castellana. Los auténticos buscadores de Dios, desde el punto de vista ecuménico, están profundizando en el diálogo interreligioso, piensan que es un adelantado y que a través de san Juan de la Cruz pueden contactar. Esto hace que se abra una vía nueva que está en San Juan d ella Cruz, la vía mística. Yo prefiero la vía mística a la vía teológica. Los teólogos razonan y parcelan, dejan de sentir. Karl Rahner dictaba. Dicen que lo mejor de Rahner era cuando estaba tumbado y se inspiraba: la teología con sabiduría interior. Hay un déficit místico. Este debería ser el siglo de la mística...
Jesús Bastante
Religión Digital