ESTAR EN COMPAÑÍA DE JESÚS
Vicente MartínezDOMINGO II DE CUARESMA
Mc 9-2-10. De pronto miraron entorno y no vieron más que a Jesús con ellos
Seis después del primer anuncio de la pasión, Jesús se transfiguró. La presencia de Moisés y Elías representan la Ley y los Profetas respectivamente.
La propuesta de Pedro para quedarse a vivir en la montaña responde al miedo de ir a Jerusalén, por eso intenta impedir a toda costa que Jesús baje de la montaña. Como Pedro, son muchos los que prefieren la comodidad de lo idílico antes que enfrentar los riesgos de la vida cotidiana.
De los tres personajes que se presentan, solamente permanece Jesús, el mal llamado hijo de Dios, pues realmente lo fue de José y su mujer María, dos jóvenes galileos, y de esta manera Jesús inaugura el Nuevo Testamento en continuidad con el Antiguo.
El mandato de no contar a nadie lo sucedido forma parte de lo que se conoce como secreto mesiánico de Jesús después de su resurrección, hecho este último que corresponde a la mitología, ya que Jesús se quedó en el lugar donde le enterraron (posiblemente en una fosa común, que es lo que solían hacer les romanos en estas circunstancias) si bien la historia igualmente mitológica del entierro y aparición de Jesús a su amada María Magdalena y demás relatos de los evangélicos canónicos y apócrifos, personalmente me parecen bien y me agrada escucharlos en la misa los domingos de Pascua.
Como ya expusimos hace algún tiempo comentando este mismo domingo cuaresmal, la trasfiguración de Jesús no es único en el evangelio de Marcos. Una transfiguración similar sucedió dos veces en la vida de Buda, justamente antes de su muerte y en la que se relatan hechos similares: “su cuerpo brilló tanto, que los nuevos mantos dorados que estaba portando, parecían haber perdido su lustre”
En Jesús se repite la historia con el episodio del Monte Tabor: “Delante de ellos se transfiguró y su rostro resplandeció como el sol, sus vestidos se volvieron blancos como la luz”
El relato de todos estos hechos está en la historia de diferentes religiones: en la cristiana en arameo, en la budista en sánscrito.
El deseo de una realidad trascendente ha tomado formas muy diversas desde que el ser humano habita la Tierra. Copio un poema de mi libro “El legendario reino de los sentimientos”:
MÚSICA DIVINA
Un cielo sin música,
para mí no es un cielo
a menos que su Dios sea música
con notas y libreto,
y en él hagan sonar trompetas
celestiales coros arcangélicos.
No quiero un Dios de Truenos en las nubes
que a los niños asusta
y en los abuelos origina miedos.
Vicente Martínez