LOS SONIDOS INTERIORES
Vicente MartínezNada sabemos de la siembra ni de las cosechas, de los segadores doblados sobre las espigas (Oscar Wilde)
domingo 21 de marzo. V DOMINGO DE CUARESMA
Jn 12 20-33
Sin que sepamos cómo ni donde, dejando pendiente la narración de la entrada de Jesús en Jerusalén, Juan nos refiere la aparición de unos griegos que quieren ver a Jesús. Estos griegos representan la primicia de la gentilidad; son la vanguardia de la humanidad que viene a Jesús.
Su venida plena a la fe aparecerá después de Pascua; pertenecen a los que creen sin haber visto y, a continuación, el Maestro de Nazaret declara en unas breves pinceladas y con un lenguaje elevadamente conmovedor la significación de su muerte.
Para el evangelista Lucas, lo que sucedió en la muerte de Jesús es la revelación más clara, desde siempre, del increíble alcance de la comprensión, el perdón y la sanación de Dios. La necesidad de dicha muerte es ilustrada en la palabra del grano de trigo que cae en la tierra para dar su fruto.
En el capítulo 12 del mismo Evangelio de se lee:
“Os aseguro que, si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”
La audiencia rural de Jesús podía entender el principio de la resurrección producida por semillas muertas sembradas en la tierra.
El apóstol Pablo dice también en 1 Corintios: “Lo que se siembra en la tierra está sometido a pudrirse, pero lo que resucita es siempre incorruptible”
Nada sabemos de la siembra ni de las cosechas, de los segadores doblados sobre las espigas, decía Oscar Wilde
En mi libro Naturalia, El Sueño de las criaturas, escribí este Poema:
SOÑARON
Soñaron que eran dioses y lo eran,
en cada criatura reflejados.
Eran divinos seres encarnados,
que tierra, mar y aire les parieran.
¡Qué Olimpo y qué florón si conocieran
la estirpe celestial que les dio cuna!
Quién soñaba por ti ¿el sol? ¿la luna?
Poco importa si fue el sueño o el hado,
lo importante es que todo fue soñado.
Soñaban Tierra y Cielo: ¡qué fortuna!
Y entretanto Jesús sembró su trigo
para que yo recogiera la cosecha.
Vicente Martínez