Puedes profesar un credo o mantenerte alejado de todos los inciensos. Puedes o no reunir tus manos en actitud reverente, inclinar levemente la cabeza..., lo que cuenta realmente es el corazón "tocado". Conviene sostener una actitud de agradecimiento. Todos los días podríamos honrar el privilegio, pedir por quienes no son por él asistidos. Todo se complicará en nuestras vidas si obviamos el privilegio y pasamos a engrosar la condición de víctimas. 

Poder abrazar a corazón abierto constituye un gran privilegio. Vivimos estos días el privilegio del reencuentro entre los españoles, entre sus pueblos, la posibilidad de olvidar los mutuos y pasados agravios; la bendita ocasión de poder perdonarnos, de atender juntos a un prometedor futuro. Uno de los nombres de esta hermosa ventana a un cielo limpio e inmenso es "amnistía". Nunca debiéramos querer el mal para nadie, el mal que deseo al otro es el que reivindico para mí mismo. 

Las grandes avenidas puedan contemplar nuestro corazón agradecido. Salgamos a la calle para bendecir el privilegio de constituir una nación diversa, decidida a caminar en unidad, en respetuosa y siempre anhelada comunión. Salgamos a la calle, no a tirar vallas, ni a clamar contra nadie, sino en pos de los valores que nos unen, a bendecir la dicha del kilómetro "0", de estreno colectivo, de convivir en cierta paz, no bajo amenazadores misiles... Cese ya la persecución, aquí hay sitio para todos los ciudadanos y ciudadanas de buena voluntad.

Es vital rehacernos, recomponernos, reinventarnos y juntos mirar para adelante. En un mundo aún sumido en guerras, España da un paso adelante en favor de la reconciliación entre sus súbditos. Salgamos a la calle para desterrar el rencor y el odio, para bendecir la oportunidad hoy también, al igual que los esperanzadores setenta, de volver a empezar de nuevo.

Koldo Aldai Agirretxe