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LA HEMORROISA (2) EL SEXO

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Lucas 8, 43-48

43 Una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años y que había malgastado toda su fortuna en médicos sin que ninguno pudiera curarla, 44 se acercó y le tocó por detrás el borde del manto; en el acto se le cortaron los flujos.

45 Jesús preguntó:

- ¿Quién me ha tocado?

Mientras todos decían que ellos no, le repuso Pedro:

- ¡Jefe, si las multitudes te aprietan y te estrujan!

46 Pero Jesús dijo:

- Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza salía de mí.

47 Viendo la mujer que no había pasado inadvertida, se acercó temblorosa, se postró ante él y explicó delante de todo el pueblo por qué motivo lo había tocado y cómo se había curado en el acto.

48 Él le dijo:

- Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.

La mujer de las frecuentes hemorragias mantiene un conflicto con la Institución, es decir con la Ley. Todo provocado por un desajuste con su vida sexual. Seguramente su angustia y su miedo aumentaban el desajuste.

 

La Institución utilizó lo sexual para destrozar su vida intima y su relación con la sociedad. La convirtió en una inválida. En una impura. Algo así como una leprosa invisible. No vale como mujer. Nunca ha podido ser feliz. Ley y sexo la han destrozado.

El sexo está detrás de grandes desastres íntimos, sociales, políticos, eclesiales, económicos, familiares. Hay quien se separa de Dios por culpa del sexo. Hay quien compulsivamente se agarra a Dios huyendo del sexo. No es fácil encontrar una religión que haya encontrado una integración del sexo en la vida de los hombres o mujeres.

Pudiera ser que no sea específico de las religiones decretar nada sobre el sexo. Quizá el sexo sea tan íntimo, tan personal que sólo el hombre -ya transformado en humano- sea quien tiene la responsabilidad de decidir su camino, siendo honesto con su conciencia, y con los hombres, desarrollados ya como humanos (hermanos); y no solo animales con corbata.

(Por favor, léanse de nuevo los párrafos anteriores, despacio).

En el capítulo anterior sobre la hemorroisa, se citaba el libro del Levítico. El mismo capítulo 15 aludido es todo él una discurso de Dios sobre las hemorragias de la mujer y gonorreas del hombre: "El Señor habló a Moisés y a Aarón. Decid a los israelitas..."

Y le da Dios a Moisés y Aarón una larga charla sobre hemorragias, gonorreas, poluciones, lavatorios... (primera versión de los confesonarios).

No habla Dios sólo de la mujer. También habla sobre el varón:

"Cuando un hombre tenga una polución, se bañará y quedará impuro hasta la tarde. También la ropa o el cuero adonde haya caído el semen, se lavará y quedará impuro hasta la tarde.

Si un hombre se acuesta con una mujer y tiene una polución, se bañaran los dos y quedarán impuros hasta la tarde" Etc.

v. 16-18

Es decir, que el sexo ha provocado todo lo que ha provocado, sobre la base teológica iluminadora del Levítico, libro escrito por el clero a la vuelta del destierro de Babilonia. El Levítico, es decir, el clero emergente de una catástrofe, tiene la osadía de poner en boca de Dios unos cursillos sobre las hemorragias femeninas y gonorreas masculinas. Y los clérigos de aquel tiempo, se buscan, para refrendar sus tesis, a Moisés y al sacerdote Aarón.

L. Alonso Schökel en la Nueva Biblia Española, se pregunta en la introducción al libro del Levítico: "¿no sería mejor decir que es un libro abolido por Cristo?"

En efecto, una víctima de ese Levítico, cuyo nombre no aparece en los evangelios, se ha pasado toda su vida (doce años: "doce" es símbolo de un todo) sometida a una Institución que la mata. Le ha robado, o al menos le ha amargado la vida. Y se encuentra con Jesús.

Se había gastado un dineral en soluciones falsas. Su vida era una noche en soledad, no aguanta más. Se salta las reglas, rompe con la Institución religiosa. Se acerca a Jesús, toca su orla, sabiendo que lo dejará impuro según la Ley vigente. Y cuenta en público toda la verdad podrida que lleva dentro. Esa valentía y esa fe en Jesús le salvan:

"Hija, tu fe te ha salvado. Márchate en paz y sigue sana de tu tormento"

Mc 5, 34

No sabría decir en qué libro y página Eugen Drewerman, sacerdote, especialista en las escrituras, teólogo católico, médico psicoanalista (perseguido como es habitual por Roma) narra "un evangelio similar". Se trataba de un señor Cardenal, atormentado por dentro. Acudió a su consulta para someterse a un psicoanálisis. Después de varias sesiones fue descubriendo y desembuchando toda su verdad, todos sus miedos, todos sus remordimientos. Al final, ya con el estómago de su vida vacío, se echó a llorar como un niño. Se sintió un hombre nuevo.

A este Cardenal que se atrevió a mirarse hacia dentro, también le salvó su valentía y su fe. Nadie hizo un milagro. Salvo que la fe y la valentía sean un milagro. Y se marchó sano de su tormento.

El caso es que Jesús, con su actitud ante la hemorroisa, quiebra la ley y la historia. Y deja a la mujer ser mujer.

Han pasado dos mil años y todas las religiones siguen, aún, con sus burkas encubriendo la feminidad. A ellas, los levíticos de Roma le siguen prohibiendo el altar, presidir eucaristías, predicar a Jesús. Y esto, en el catolicismo, religión que se tiene por culta y más adaptada a los tiempos.

La mujer sigue siendo discriminada en el Derecho Canónico. Y sigue así porque los Aarones y Moiseses de hoy dicen que recibieron la verdad, directamente de Dios. Incluso del mismo Jesús. ¡Qué ironía! Como aquellos ignorantes e interesados levíticos.

Cuando hablan de alianzas de civilizaciones yo me pregunto si estarán dispuestos a aliarse con una sociedad política en la que las mujeres siguen sometidas, esclavas, e impuras.

No es un pecado sólo de religiones. Es un crimen de la sociedad y de la historia. Además de Vaticanos, es cuestión de ONU.


Venganza histórica

Cuentan que en USA sufren los católicos por un gravísimo problema de pederastia creado por los cleros. ¿No suena a venganza de la historia?

David Yallop, historiador serio y gran conocedor de las intimidades del Vaticano, dice en su libro: "El poder y la gloria. Historia oculta del papado de Juan Pablo II":

"Dentro del Vaticano, las relaciones homosexuales están a la orden del día, y el 20% de las promociones internas tiene que ver con este tipo de favores. El Vaticano trató de ocultar los delitos del padre Maciel."

El tal Monseñor Maciel, muerto hace muy poco, fue el fundador de no se qué legionarios de Cristo Rey. Abastecía de medios económicos y aportaba masas de fieles para las concentraciones del papa televidente. Wojtyla lo supo y calló. Benedicto XVI, al menos en esto, ha actuado con más honradez: condenó la pederastia de Maciel, lo metió en un convento, y lo separó de la vida pública.

El Levítico, S. Jerónimo, el que tradujo la Biblia al latín llamada Vulgata, y S. Agustín, sabio contemporáneo de Jerónimo, fueron los principales ideólogos del lío sexual que domina la moral católica, hoy vigente. Santos levíticos.

Una moral descolocada de la historia y de la antropología, fundada no sólo en el miedo al cuerpo sino a la Creación, ha desencuadernado no sólo la teología moral y dogmática sino al hombre como varón y como mujer y a su relación con Dios.

Pero no se preocupen, el mundo levítico de Roma seguirá hablando, condenando con voz alta y firme, y fornicando en silencio.

 

Luís Alemán

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