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LÁZAROS Y EPULONES

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29 de septiembre, domingo 26 del TO

Lucas 16, 19-31

"Había un hombre rico, que vestía de púrpura y lino y banqueteba espléndidamente cada día. Y había un pobre, llamado Lázaro, cubierto de llagas y echado a la puerta del rico".

Los Epulones -de épulo, convite- constituían el último de los cuatro colegios sacerdotales de la Antigua Roma. Establecidos en 196 aC, vigilaban los banquetes que se hacían a los dioses y se sentían próximos a la plebe. Proliferaban entre los judíos en tiempos de Jesús, y el Maestro de Nazareth desnudó sus intenciones en una de sus parábolas más bellas.

El rico Epulón vestía de rigurosa etiqueta, ropas de marca y zapatos de charol. Comía habitualmente en Maxim's de París, Tomo I de Buenos Aires, o Masa de Nueva York. Entre tanto los pobres Lázaros, cubiertos con trapos de rebajas de temporada y hechos un santocristo de llagas, yacían a la puerta muertos de hambre. Los más necesitados no figuraban en el censo: les desfallecían las fuerzas ante tales despilfarros.

Compadecidos de ellos, el Padre Abraham, Jesús, el Papa Francisco y cuantos hoy entienden el sentido evangélico de la parábola, pusieron las cosas en su sitio y se los llevaron a la mesa del Reino de los Cielos. Hacían así realidad el lema político del gobernador Mike Morris en la película Los Idus de Marzo: "Y como país, debemos cuidar a la gente que no puede cuidar de sí misma. Esa es mi religión".

Ellos también participaron del banquete, como dijo Ernesto Cardenal en su poema "Por qué me has abandonado (Salmo 21)":

..."Pero yo podré hablar de ti a mis hermanos
Te ensalzaré en la reunión de nuestro pueblo
Resonarán mis himnos en medio de un gran pueblo
Los pobres tendrán un banquete
Nuestro pueblo celebrará una gran fiesta
El pueblo nuevo que va a nacer".

Ernesto, un jesuita visionario, comprometido hasta la médula con la Teología de la Liberación, al que un día Pablo II amonestó públicamente por propagar una doctrina contraria a las ideas de la Iglesia. (¿De qué Iglesia?). Una Iglesia decrépita –la Iglesia del poder- frente a otra vigorosa en un mismo momento de su historia. La del verso del mismo poeta, que con amargo dolor de corazón escrbió: "Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano ni delata a su compañero de colegio".

Así ha manifestado verla el Papa Francisco, proclive él a estos campeones de la fe del Jesús verdadero: "tal vez el mundo parece haber convertido a la Iglesia en una reliquia del pasado, insuficiente para las nuevas cuestiones; quizás la Iglesia tenía repuesta para la infancia del hombre, pero no para su edad adulta". Y en otra ocasión añadió: "Jesús invita a su mesa a los publicanos, a los pecadores, a los marginados, a los reprobados; él llama al gran banquete a las gentes "de los caminos y las lindes", citando la Parábola del banquete de bodas en Lc 14,16-24.

Y en su última y reciente Entrevista, el obispo de Roma dice: "¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas". Y nos dice a todos que: "El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios clérigos de despacho".

RICOS EPULONES Y POBRES LÁZAROS (Fragmento)

El Foro Económico Mundial de Davos y el Foro Social Mundial de Porto Alegre actualizan, de cierta manera, la parábola evangélica del rico Epulón y el pobre Lázaro. En Davos prevalecen lo económico, los bienes materiales y el dinero. Hasta hace poco, allí se reunían los epulones del mundo, para discutir las monedas, intereses, mercados, inflación y principalmente ganancias. Eran ciegos y sordos al clamor que subía de la Tierra, debido al destino trágico de los pobres y de la devastación de la naturaleza.

En Porto Alegre, predominan lo social, los bienes no materiales y la apuesta de que otro mundo es posible. Allí si reúnen los representantes de los pobres lázaros del mundo entero. En su agenda están los bienes espirituales y humanitarios, como la solidaridad, el respeto a la diversidad, la compasión, los cuidados con la naturaleza, al rechazo a todo tipo de violencia y guerra, el compromiso por la paz duradera, el ecumenismo entre las religiones y la democracia social sin fin.

Davos y Porto Alegre muestran a la humanidad bajo la amenaza de una bifurcación: de un lado, el tercio con acceso a todos los medios de vida, soñando vivir hasta 130 años que es la edad de las células, y del otro, los dos tercios, que sobreviven como pueden, con los escasos recursos que aquellos sobran, alcanzando, con suerte, los sesenta años.

¿Cómo mantener a la humanidad unida, como especie y como familia, viviendo en la misma Casa Común, pues no tenemos otra donde vivir? Ello constituye un desafío ético y humanístico para todo el poder político, para las religiones y las Iglesias, para los intelectuales, para los militantes por un mundo mejor y para todo ser humano consciente de esta tragedia que puede caer sobre la humanidad.

Leonardo Boff


Vicente Martínez

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