BUSCAR A JESÚS
Vicente Martínez3 de noviembre, domingo 31 TO
Lc 19 1-10
-"Un hombre llamado Zaqueo, jefe de recaudadores y muy rico, intentaba ver quién era Jesús".
-"Cuando Jesús llegó al sitio, alzó la vista y le dijo:
Zaqueo, baja aprisa, pues hoy tengo que hospedarme en tu casa.
Bajó a toda prisa y lo recibió muy contento"
Aquí sí que vale aquello de que "cuando el discípulo está preparado aparece el Maestro". Jesús se le cruza en su camino a Zaqueo, que en hebreo significa puro, inocente. Pero como cobrador de impuestos por parte de la autoridad romana, era muy odiado por los judíos.
San Pablo habla en Hebreos 12, 19 de "un camino nuevo y vivo que inauguró para nosotros". Un camino que, por vivo, se renueva en el recorrido de cada momento de la historia. No es llano y recto. A veces serpentea vados, a veces escala riscos. Y aunque Jesús dijo, respondiendo a una ignorancia de los apóstoles (Jn 14, 5-6), que él era "el camino, la verdad y la vida", nadie le escuchó proclamarse dueño y señor en exclusiva de ninguna de las tres propiedades.
Y a mayor abundamiento, el suyo tiene encrucijadas donde sus seguidores podrían tomar otras rutas, aunque todas ellas orientadas siempre al mismo y definitivo destino: Dios en el prójimo acá; en su propia esencia allá. El Espíritu no tiene Norte ni Sur. Carece de cortapisas y sopla donde le place: "Y no penséis en dirigir los caminos del amor; es el amor quien, si os encuentra dignos, dirigirá vuestros caminos" (Khalil Gibrán).
Como glosa Christiane Singer en su obra Du bon usage des crises, la escritura -y el término puede englobar Sagradas Escrituras- es sedentaria y definitiva, mientras que la palabra nacida del intercambio es nómada e hija del viento. Eclosiona en la mirada, el tono, la presencia, el silencio manejado entre las frases, el juego de gestos: todos estos poderosos colaboradores del discurso que la imprenta deja de lado.
El árbol de sicómoro al que subió Zaqueo era considerado «sucio» porque da una fruta que alimentaba a los cerdos. En la cultura de ese tiempo era humillante para Zaqueo subirse a dicho árbol. Por ver y encontrarse con Jesús sacricó su orgullo. Luego le hospedó en su propia casa. Un ejemplo muy bíblico y muy cristiano de hospedarle en nuestro interior. Le hospedamos también cuando acogemos al prójimo, no sólo en nuestra casa sino y sobre todo, bajo el techo de nuestra mente, de nuestras manos y de nuestras entrañas: pensar, sentir, actuar.
El rico publicano, jefe de recaudadores, repartió la mitad de sus bienes a los pobres y restituyó cuatro veces más a los que había defraudado. Jesús alaba la elección de su camino porque demostró con los hechos ser su seguidor y no mero adepto de su doctrina. Encontrar o no a Jesús, nunca puede ser resultado de una mera búsqueda. Para hallarle, hay que buscarle primer, y luego mirarle –mirándose a si mismo- en profundidad.
ROSTROS DEL SEÑOR
Me gusta coleccionar
Rostros del Señor
Otras épocas culturas o de hoy.
Cada Rostro es la expresión de un artista
Mejor cada artista ahí dejó su expresión
Aficionado o entusiasta por Su Reino
Dejó plasmado en algo su ideal
Su imagen del Señor.
Jesús el Cristo
Interesante, moderno diferente
Y el Jesús riendo y mirando no más
Qué pensaría El Señor, En quién.
Jesús de Zeffirelli, de Francis, de Velázquez
Muerto ya cubre medio rostro con su pelo,
El terminado es diferente.
El Jesús Maestro,
El "Rabi" en la Vida pública,
Con el manto tejido por La Virgen
En su Cabeza santa
Y en la barca de Pedro
Al predicar al perdonar amando a cada pecador.
Compasivo de la gente
Enseñando a los pobres, encantado
Su amor su consolante ternura
Esa que sana el sufrimiento
El Señor Resucitado
El Caminante de Emaús
El Señor, siempre El Señor
Nuestro Señor
Déja en nosotros algo d'Él.
Elisa Pinzón-Umaña, Mis Poemas
Vicente Martínez