EL DEMOLEDOR VII INFORME FOESSA
Jesús Bastante
11.746.000 personas están excluidas en España. Uno de cada cinco ciudadanos de nuestro país sufre precariedad laboral, sanitaria o falta de vivienda. La mayor encuesta sobre exclusión social que se realiza en el Estado español, el VII Informe Foessa, refleja una realidad difícil de asumir, pero que se palpa con los dedos a poco que observemos la realidad.
Los datos son reveladores: el 25% de la población española es excluida, y casi la mitad de ellos (cinco millones) se encuentran en exclusión severa. Muchos de ellos desde hace tiempo: dos de cada tres personas ya estaban en esta situación antes de la crisis. La precariedad, según constata el informe, afecta a ámbitos como la vivienda o la salud. De los 11,7 millones de excluidos, el 77,1% padecen exclusión del empleo, el 61,7% de la vivienda y el 46% de la salud. Un tercio de los jóvenes viven en hogares excluidos: "la generación hipotecada".
Así es el VII Informe Foessa sobre exclusión y desarrollo social, que pone voz al trabajo de más de 90 expertos en investigación de 30 universidades de nuestro país. Un informe "que no es neutral", señaló Sebastián Mora, y que a lo largo de sus 700 páginas cuestiona el modelo social de nuestro país, su actual distribución de la renta, los procesos de exclusión social, el mercado de trabajo, el estado del bienestar y el modelo de sociedad que surgirá tras la crisis.
Estos informes, que cumplen su medio siglo, son el mejor espejo de la realidad española, y se han convertido en un referente por su solidez y valentía a lo largo de los años, con gobiernos del PP, PSOE o UCD. "Analizamos con distintos gobiernos, partidos y contextos políticos, y nunca hemos faltado a nuestra responsabilidad con la realidad. Nosotros solo nos debemos a la realidad de los más pobres", señaló el secretario general de Cáritas española, Sebastián Mora.
Este informe habla de un período en el que gobernaron PSOE y PP, así que no resulta partidista. Como señala el Papa Francisco, "la realidad precede a las ideas", y este informe Foessa refleja la realidad. "Somos una sociedad que discute en vez de dialogar, y este informe quiere generar un debate para crear futuro", subrayó Mora, incidiendo en que, como también demuestra el Foessa, "es posible hacer otro mundo, que ya existe, porque hay propuestas que ya están funcionando".
"No es un informe catastrofista, sino de futuro, desde la realidad de los que más sufren", añadió el responsable de Cáritas, quien quiso apuntar que "el crecimiento económico, por sí solo, no genera equidad". "Estamos ante una crisis de modelo social, no ante unos vaivenes económicos", denunció, incidiendo en que "en época de bonanza, hemos mantenido una pobreza", lo que se refleja en los datos: antes de la crisis ya había muchos, demasiados, excluidos.
"La crisis no ha afectado a todos por igual. Ha afectado mucho más a los que ya estaban excluidos, a los más vulnerables. Incluso, ha llegado a erosionar la dignidad de las personas", denunció Mora, quien señaló el ejemplo de las políticas de inmigración. "Los últimos acontecimientos en la frontera sur nos lo demuestran". En tercer lugar, el secretario general de Cáritas subrayó cómo "para combatir la pobreza y la exclusión hay que potenciar los procesos de inclusión social". "Tenemos que hacer un esfuerzo de coherencia. Si no es así, podemos generar una sociedad sin personas, que vaya bien en lo macroeconómico pero que sea insufrible en el día a día".
Finalmente, Mora propuso "políticas de sustento a la familia", de renta, de acceso a la vivienda, de empleo o capacidad educativa. Y una lucha contra la corrupción. "Hay que subrayar la masiva necesidad de moralizar la sociedad. Tenemos que volver a invocar a la ética para generar hospitalidad en vez de construir vallas; valores cívicos frente a la globalización de la indiferencia; un clamor para erradicar la inmoralidad pública; y una súplica a la moral para que todos nos sintamos miembros de la misma familia. No podemos olvidar que vivimos en un mundo fracturado, o mirar a los hermanos del Sur que siguen sufriendo y muriendo".
"Al Sur le seguimos cerrando, pero el Sur sigue mostrando, incluso con su sangre, la solidaridad", añadió, recordando cómo la sangre de la hermana Paciencia Melgar -a la que no se quiso repatriar por el ébola- sirvió para curar a Teresa Romero, y haciendo memoria del encuentro que hoy se celebra en el Vaticano con los movimientos populares: "Los más pobres tienen voz, saben lo que ocurre, tienen propuestas".
Por su parte, Francisco Lorenzo, coordinador del informe Foessa, presentó las constataciones del informe. "Estamos a tiempo para una reacción colectiva". Éstas son algunas:
La crisis, consecuencia de un modelo: La crisis no es causa, sino consecuencia. Es el fruto ineludible de un modelo social concreto al que la propia crisis retroalimenta y fortalece
Los efectos de la crisis: nuestro modelo de distribución de la renta no reduce la desigualdad en épocas de bonanza. El porcentaje de hogares afectados simultáneamente por problemas de privación material y de pobreza monetaria ha aumentado casi un 50%.
La crisis no ha afectado a todos por igual
Perfil: son las familias de mayor tamaño las que más afectadas se han visto. Familias en las que hay muchos niños y jóvenes.
Jóvenes: se multiplica la vulnerabilidad de la juventud
Inmigración: la creciente asociación de los procesos de exclusión con la diferencia étnica pone en el punto de mira un modelo de integración que había sido puesto como ejemplo en Europa.
Fragilidad demográfica: de no invertirse la tendencia de las bajas tasas de fecundidad en España, estaremos poniendo el riesgo el modelo social, pues estaríamos en una dinámica demográfica negativa.
Al final, el informe constata una serie de propuestas, que se estructuran en tres ejes, orientados al ámbito del desarrollo social, al de los efectos de la pobreza y al de la construcción del bien común. Para ello es necesario:
o Considerarlos indicadores de desigualdad, pobreza, exclusión social y privación material como indicadores privilegiados que permitan un diagnóstico riguroso dedesarrollo social.
o Evaluar la acción política a la vista del impacto que tiene sobre estos indicadores, con especial atención las políticas que contribuyen al auténtico desarrollo: sanidad, educación, empleo, redistribución de la riqueza y garantía de ingresos.
o Conseguir que la protección social alcance estándares básicos en todo el territorio y que se haga operativa a través de un sistema de «garantía de mínimos».
o Desarrollar una protección social basada en el fortalecimiento de los servicios sociales públicos, que no quede reducida a la mera gestión de las prestaciones económicas.
o Construir un compromiso redistributivo ético que nos acerque a la media europea. A este respecto, los impuestos no pueden quedar al margen de la obligada cohesión social, ya que no es posible mantener un sistema de servicios públicos equitativo y de calidad sin la aportación de todos los ciudadanos al mismo, cada uno en función de sus ingresos y su patrimonio.
o Considerar el gasto social como «inversión social», dando prioridad a aquellos ámbitos que son más correctores en términos de desigualdad, como sanidad, educación, pensiones y rentas mínimas.
o Eliminar la sobrecarga que recae sobre los hogares, tanto por el debilitamiento de los servicios públicos como por el impacto de la crisis.
o Desarrollar políticas familiares eficaces y con recursos suficientes que contrarresten, entre otros, el riesgo actual que conlleva la presencia de menores en el hogar.
o Poner en marcha de una política eficaz que evite la transmisión intergeneracional de la pobreza, que es uno de los peligros latentes hoy y de especial gravedad para el futuro.
Congreso sobre exclusión y desarrollo social en España, convocado por la Fundación FOESSA y Cáritas, del 29 al 31 de octubre en el Colegio Mayor Guadalupe de Madrid.
Asistieron numerosos expertos nacionales e internacionales para intentar responder cuál es el modelo de sociedad que queremos construir.