Ofrecemos estas preguntas para que
nos interpelen a nivel personal
y nos sirvan de base para compartir nuestras vivencias
en una homilía participada con la familia o la comunidad.

PREPARAD EL CAMINO AL SEÑOR Y ALLANAD SUS SENDEROS...

· ¿Permites que se te ponga el corazón nuevo, que el ánimo se te ponga de adviento o vives este tiempo sin novedad espiritual, con rutina litúrgica?

· ¿Te sientes, como Juan, preparando el camino al Señor? En tu casa o comunidad hay algún signo del tiempo que comenzáis, de la espera al Señor, pero no como el ayuntamiento, con los adornos de la fecha, sino con detalles ambientales de alegría y amor?

· ¿Sigues la corriente social de la desesperanza, del hablar mal de todo lo que ocurre y de lo mal que vivimos o eres un comentario positivo, una luz en la oscuridad y un poco de esperanza por tu forma de actuar y vivir? ¿Te sientes comprometido con la esperanza del evangelio, con vivir en positivo y encontrar lo que traen las malas situaciones de beneficioso para el común? La queja es el sentimiento más negativo que hay, no sirve para nada más que para robar la felicidad de los de alrededor. ¿Te quejas de tu cuerpo, tu horario, tu trabajo, tu gente, el tráfico, la vida, el tiempo? ¿Como familia o comunidad sois gente quejosa, protestona o facilitadora de la vida de los demás?

· Se acercan tiempos importantes en los que se desata la hiperactividad o el consumismo y podemos cuidar la austeridad, la sencillez y el compartir. ¿Qué actitudes te propones vivir para preparar esta navidad? ¿Qué aportas a tu comunidad, a tu familia, a tu trabajo y a todos los ambientes en los que te desenvuelves, psicosis de que toque la lotería, derroche de regalos valiosos o promueves cosillas manuales hechas con cariño e imaginación, para acariciar la vida de los otros? ¿Compites en el adornar, regalar, sorprender, invitar, decorar, celebrar, o lo haces con sencillez y naturalidad, implicando a otros en la tarea de hacer de estas fiestas tiempo de encuentro y alegría?

· Convendría orar en familia o comunidad, y compartir el gozo interior de la espera del Señor y de la nueva Navidad, que podría ser la única, la mejor, la más auténtica de todas las que has vivido, para hacer sitio en tu vida al Dios que te viene a entusiasmar, empujar hacia los demás y hacerte vivir en plenitud y felicidad total.