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ASUMIR LA PROPIA VOCACIÓN

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Dios es aquel que siempre calla desde el principio del mundo (Miguel de Unamuno)

9 de agosto, La Transfiguración

Mt 17, 1-9

Señor, ¡qué bien se está aquí! Si te parece armaré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Pedro quiere frenar en seco al imparable camino de la vida. Y le pide a Jesús si le parece bien que levante tres tiendas. ¿Ignora el vehemente apóstol la vocación de Abrahán, la de Jesús, la del hombre, la de todas las cosas? Esto es ponerle palos en las ruedas al camino e impedirle llegar a su destino.

Nuestro compromiso no es nunca con Dios, por más que brille el sol sobre la cima del Tabor, es siempre con el mundo. Lo puedo realizar no siendo como Dios ni como Jesús ni como Buda, sino siendo como yo mismo. ¿Cuántas veces cruza Jesús nuestro camino y no le vemos? Estar exclusivamente centrados en nuestro problema nos lo impide. Cuando era pequeño, cuenta el genial artista malagueño, mi madre me decía: si te haces soldado, llegarás a general; si te haces cura, llegarás a Papa. Yo quería ser pintor y he llegado a Picasso.

Dios elige a los suyos –al menos eso cuenta la Biblia- para culminar algún proyecto. A Noé para salvar del diluvio a sus criaturas, como lo grabó Gustavo Doré en El Diluvio. A Abraham para constituirle padre de su pueblo, como le pintó El Tiépolo con los tres ángeles. Aunque lo cierto es que Dios no elige a nadie y cada uno determina y asume su propio destino. Es el Dios interior que hay en nosotros, quien con nosotros –y nosotros con él- lo decidimos.

-“Nadie ha sabido de Él desde que marcó a Caín. Estamos solos. Niños huérfanos”, le dice Cam a su padre en el film Noé, de AronofskyY en Sonata en Otoño, Ingmar Bergman lo justifca cuando Eva le increpa a su madre Charlotte: “Quiero averiguar ese abismo donde mi hijo vive y respira. Inútilmente porque sé que no se puede descifrar, puesto que debe ser un mundo de sentimientos liberados. Un mundo que define como “monstruoso gráfico que cambia obedeciendo sólo a leyes caprichosas”. Al menos como lo perciben nuestros embotados sentidos.

Wagner intenta mostrar en Tristán e Isolda la posibilidad de penetrar en ese abismo derrotando al imperio de las convenciones sociales y permitiendo realizar en plenitud el sentimiento amoroso. El filtro de su confidente Brangäne, que simboliza la imposibilidad de evitar el verdadero amor, les abre el corazón y los labios, y los amantes expresan sus sentimientos de ternura. Isolda se transfigura ante la visión de su amado y ambos se funden en una “muerte de amor”.

Tirso de Molina sermoneó religiosamente al público en los corrales de comedia. En El condenado por desconfiado, los dos protagonistas, Paulo y Enrico, asumirán la  responsabilidad personal del propio caminar hacia destino:

“Enrico, con ser tan malo,
se salvó, y éste al infierno
se fue, por desconfiado”.

Una vez más el hombre “solo ante el peligro”, como Gary Cooper en el wester de Zinnemann. Como Buda, que hace 2.500 años dijo: “Nadie nos salva sino nosotros mismos. Nadie puede y nadie debe. Nosotros mismos debemos transitar el camino”“Dios es aquel que siempre calla desde el principio del mundo”escribió el docto Rector de Salamanca, pensador y poeta. En definitiva, para qué necesita hablar si, como se dice en la película Lucho, vives en el pueblo, sobre Luis Esquival Camps: “Para qué tener que buscar a Dios en el misterio, cuando está ahí tan patente en la vida misma”.

 

PULCHRA LEONINA

En mi interioridad está la tuya,
ambas fundidas en inmortal anhelo.
Tú con sueños de góticas alturas,
yo anegado en el bajamar terreno.

Cuando me azota el viento de tus playas
y ondean tus vidrieras en mi seno,
la aurora boreal de sus colores
prende mi ser de celestiales fuegos.

No sé de qué manera misteriosa
tu aurora, tus vidrieras y tu viento,
nos empujan hacia ninguna parte
con sólo un Dios-Amor que vive dentro.

Abajo queda el Dios que mora fuera:
progenitor de ateos y de miedos.

(SOLILOQUIOS, Ediciones Feadulta)

 

Vicente Martínez

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