Hermanos y hermanas, en el evangelio de hoy, Marcos, nos invita a sufrir el escándalo de los paisanos de Jesús: el Mesías, el hijo de Dios es el carpintero, uno como nosotros, un don nadie, de una aldea de última categoría. Oremos.

Jesús, que sepamos reconocerte en lo pequeño y frágil

• Padre bueno, que la Iglesia no se acostumbre en la proclamación de Jesús; que no se olvide nunca de que el hijo de Dios se ha colocado, sin trampas, al otro lado de la historia, en el terreno de los que no cuentan.

Jesús, que sepamos reconocerte en lo pequeño y frágil

• Padre bueno, que a los creyentes se nos rompan todas nuestras imágenes y clichés de Jesús, que seamos conscientes de que Dios se nos revela encarnado en lo débil y desconcertante, allí donde jamás hubiéramos imaginado y, tal vez, deseado.

Jesús, que sepamos reconocerte en lo pequeño y frágil

• Padre bueno, que tengamos mirada para lo sencillo, lo pequeño de lo cotidiano, que sepamos descubrirte en el rostro de los que sufren, de los que no cuentan y son invisibles para nuestra sociedad.

Jesús, que sepamos reconocerte en lo pequeño y frágil

• Padre bueno, que todos nosotros proclamemos con nuestra vida al Dios encarnado en Jesús que se ha hecho pobre con el pobre y marginado con el marginado para darles vida, dignidad y libertad.

Jesús, que sepamos reconocerte en lo pequeño y frágil

• Padre bueno, que todos los hombres y mujeres que han optado por los pobres, por los últimos de nuestro mundo se sientan sostenidos por nuestra oración, nuestro cariño y reconocimiento.

Jesús, que sepamos reconocerte en lo pequeño y frágil

Padre bueno, que todos nosotros proclamemos que Jesús, tu hijo, es alguien que nos puede enseñar a vivir, que concede horizonte a nuestra vida, le da pleno sentido y nos sitúa del lado de los pobres. Te damos gracias porque en tu hijo Jesús, sencillo y pequeño nos regalas lo grande y eterno de tu amor y promesa.

Vicky Irigaray